lunes, 2 de marzo de 2009

Darwin y el arrepentimiento de Dios

El domingo pasado leyendo la Nación dí con un artículo que habla del bicentenario de Darwin y la posturas cristiano-católica (más bien del Vaticano) la cual quiero compartir con ustedes.

Por mucho tiempo se nos enseñó en nuestros hogares, en las escuelas no laicas o en la iglesia que el Sir Darwin era, sin duda, un “apóstol de Satanás“, puesto que dudaba de la mano creacionista de Dios.

Sin embargo, hoy por hoy ciertos grupos protestantes y más abiertamente los anglicanos ofrecen disculpas póstumas al evolucionista. Muchos aún no comparten en su totalidad (me incluyo) la premisas del científico. Pero este desagravio publico van en sentido de demostrar que los tiempos son otros… tiempos en que los cristianos estamos llanos a dialogar, investigar, discutir e inclusive ceder “dogmas” que pueden estar sirviendo más al interés del poder que a la verdad.

Por mucho tiempo, hemos obligado a otros a cegarse antes los paradigmas de Darwin y tal como los avestruces hemos metido la cabeza en la tierra , en vez de enfrentar nuevas formas de ver el mundo.

En lo personal, me es complicado entender lo magnífico del universo y del ser humano sin que un Ser Superior haya intervenido, sin negar las evidencias científicas que hay en otros puntos de vista. Con todo, se necesita más fe para creer cien por ciento en Darwin.

A continuación, el artículo publicado en la Nacion.cl el 22 de febrero de 2009:




Darwin y el arrepentimiento de Dios

Por Antonio Gil / La Nación, Domingo 22, febrero de 2009.

Estos 200 años de Darwin le traerán más de un dolor de cabeza al Santo Padre. Lloverán las preguntas inoportunas, y no olvidemos que el Papa es infalible. ¿Incluso más infalible que Dios?

Hay en la Biblia numerosos pasajes que nos muestran a un Dios arrepentido, o cambiando radicalmente de opinión respecto a sus propias decisiones. El primer ejemplo aparece en Éxodo, 32:14, donde se narra que, al descender Moisés del Sinaí, donde había recibido los diez mandamientos y encontró al pueblo de Israel adorando al becerro de oro, Dios le habría anunciado, anticipándose en un cerro de siglos a la "solución final" imaginada por Hitler, el aniquilamiento total de esa nación. Gracias a los buenos oficios de Moisés, la Biblia nos dice textualmente que "entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo".

También en el libro de Jonás, el más breve del Antiguo Testamento, se relata una situación similar. Esta vez Dios iba a hacer polvo a la gente de Nínive a causa de algunos reiterativos pecados que, evidentemente, lo tenían bastante molesto. No sabemos quién fue esta vez el brillante diplomático que lo hizo desistir, pero lo cierto es que las Escrituras dicen literalmente que Dios "se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo" (Jonás, 3:10). No corrieron la misma suerte sodomitas y gomorrenses, los que tuvieron que tragarse una lluvia de azufre y de fuego de aquellas, como si se tratara de simples habitantes de Hiroshima, Irak o la Franja de Gaza. Todo señala que en esas relajadas y entretenidas ciudades la cosa estaba harto más jodida, incluso para el más sagaz de los embajadores humanos ante su santa presencia. A los vicarios de Dios en la Tierra, sin embargo, parece que les cuesta un poco más que a Dios esto del arrepentimiento. Se demoran largas y lentas centurias en cambiar sus puntos de vista. Pese a esto, y en víspera del bicentenario del natalicio de Charles Darwin, los anglicanos han declarado lo siguiente: "Charles Darwin: 200 años después de tu nacimiento, la Iglesia de Inglaterra te debe una disculpa por malinterpretarte y por, además de tener una reacción equivocada, haber animado a otros a no comprenderte tampoco. Tratamos de practicar la antigua virtud de ‘fe buscando la comprensión’ y confiamos en que esto suponga una reparación".

Así de clara, y siguiendo las enseñanzas de arrepentimiento enseñadas por Dios con su ejemplo, la Iglesia Anglicana ha pedido disculpas públicas, aunque un poquitín tardías, a Charles Darwin por su tenaz, obsesiva y "excesivamente emocional" oposición a la teoría publicada en 1859 con el título de "El origen de las especies por medio de la selección natural".

Más complicado se ve por estos días al Papa Benedicto, quien, según el diario británico "The Guardian" estaría estudiando, cuando menos, la posible aceptación por parte de la Iglesia que regenta, la teoría del "diseño inteligente". Esta hipótesis busca explicar el origen del universo, cómo no, de manera diferente a la teoría de Darwin, atribuyendo el complejo diseño universal a una inteligencia superior. Una teoría súper novedosa, que trae de cabeza a los teólogos y científicos creacionistas del Vaticano. Según parece, están leyendo por encima del hombro las teorías ya elaboradas hace rato por teólogos de origen protestante, las que habrían tenido una buena venta entre la feligresía anglosajona. Estos 200 años de Darwin le traerán más de un dolor de cabeza al Santo Padre. Lloverán las preguntas inoportunas, y no olvidemos que el Papa es infalible. ¿Incluso más infalible que Dios?”

Juan A. Rojo

Estudiante Psicología Universidad ARCIS

S. Comunicaciones - Jóvenes “Testigos” IV Iglesia Bautista de Santiago.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda el tema es apasionante. La pugna entre evolucionistas y creacionistas en la segunda mitad del siglo XX fue y aún sigue siendo una guerra sin tregua. Ambas posturas tienen fuertes argumentos, aunque a mi juicio el evolucionismo tiene eslabones ausentes que hacen que la cuestión no sea tanto científica sino ideológica, casi religiosa. Me parece importante resaltar esto, considerando que los evolucionistas alegan ser una postura científica.

Aleksandr Oparín, el acérrimo evolucionista ruso, reconocido como eximio en biología y bioquímica, nunca pudo explicar con claridad cómo se producía finalmente la vida, aún reuniendo todos los elementos necesarios para que ella esté presente. Sus textos (que tuve la oportunidad de estudiar en mis juveniles años de universitario) quedan con gusto a decepción cuando después de profundos y exquisitos análisis, solo hay que aceptar que el origen de la vida es espontáneo, por ello quizás comprensible, pero sin determinar el porqué realmente ella se produce.
Esto constituye un punto débil notable, pues para aclarar el asunto, el evolucionismo no es la caricaturesca teoría darwiniana de que el ser humano desciende del mono, sino que la vida toda está siempre en evolución, todos los seres están evolucionando. Y la evolución es de especie en especie. Y la vida viene de donde no hay vida. Según esta teoría, el origen de la vida ocurrió en un caldo primitivo en donde se originaron accidentalmente las primeras moléculas orgánicas, las que pasaron a ser cada vez más grandes y complejas como las proteínas. Luego de la formación de las formas de vidas más simples, con el paso de billones de años, aparece el ser humano.
Por cierto, hay leyes de la física que son totalmente violadas por estos postulados como la primera y la segunda ley de la termodinámica. Lo mismo ocurre cuando se determina la probabilidad matemática de la evolución, y se prueba que el tiempo que se requiere para que ella ocurra es mucho mayor al que los geólogos dicen que tiene el planeta tierra (4500 millones de años).

La evolución plantea que el ser humano sigue evolucionando hasta ser un ser físicamente muy distinto al actual. Y en esto, la evolución tiene algunos cruces con la Nueva Era y la idea de un súper-ser-humano futuro, que ocupa todo su poder cerebral y muy poco su cuerpo físico. Las posturas más radicales hablan de un ser casi amorfo con hipertrofia encefálica, que necesitará muy poco el resto de su cuerpo por lo que sus miembros serán muy reducidos.

Por otra parte, los creacionistas también tienen sus puntos débiles. Los científicos del Institute for Creation Research (USA) a mi juicio comenten el equívoco de partir de la premisa que la Biblia es un libro que contiene ciencia. Por ello, considera los primeros capítulos del Génesis como si contuvieran una tradición fielmente mantenida desde el primer observador de los hechos. Con todo, su vicepresidente, Duane Gish, doctorado en bioquímica de la Universidad de California, ha sido uno de los más fuertes detractores del evolucionismo, y sus argumentos han calado fuerte en los defensores de dicha teoría. Duane Gish y Kenneth Cumming, este último doctor en Biología de la Universidad de Harvard, han esgrimido pruebas tan fuertes contra el evolucionismo, que quienes las han estudiado con seriedad difícilmente pueden seguir siendo evolucionistas.

Sin ser experto en el tema pero si habiéndolo estudiado con mediana profundidad, el evolucionismo así absoluto como lo plantean los evolucionistas no me convence, y creo que mi postura se la debo en gran parte a los aportes de los creacionistas. Con todo, no sé si eso me convierte en creacionista... al menos, no en un creacionista de la línea del Institute for Creation Research.

Esteban Jamett Q.

Anónimo dijo...

La verdad no soy muy entendido en este tema... no se si la teoria de Darwin se contrapone a la idea de que Dios esta presente y obra en el comienzo de la vida... Eso es lo que se ha dicho siempre, pero la verdad, he escuchado cada cosa...

Creo que el origen de la vida, siempre sera un misterio, pero algo que estoy absolutamente seguro es la mano de Dios en ese acto...

Es como tratar de probar la existencia de extraterrestres... Si hay un universo tan grande en que nosotros somos un punto, algo extremadamente ínfimo, como vamos a ser los únicos en el espacio?...

La verdad es que hay muchas cosas que ignoramos, y quizas nunca se expliquen, lo unico que estoy seguro que el mejor pintor hizo la obra maestra para que nosotros la disfrutemos, la contemplemos y nos demos cuenta de su increible poder, que ante El somos un punto, pero que ha hecho todo por que nos ama...

De el Sr. Darwin no se en profundidad lo que dijo, pero lo que diga yo, lo que diga el, o cualquiera, nunca alcazaran a dimensionar el poder de Dios y su infinito amor, y misterios que nos rodean.