miércoles, 22 de octubre de 2008

¡ALELUYA! HABEMUS FERIADO




Ridículo espectáculo es el que han protagonizado los “representantes” del pueblo evangélico encabezados por el obispo Emiliano Soto, muñequeando junto a otros “líderes” la aprobación del feriado al más puro estilo de una rasquería política, llegando al extremo de un chantajismo al afirmar que supuestamente los evangélicos estarán muy atentos a la votación del congreso, para conocer quienes estarán en contra, para castigarlos en futuras elecciones parlamentarias.

La historia comienza cuando se instauró el Día Nacional de la Iglesias Evangélicas en Octubre del 2005 bajo el gobierno de Ricardo Lagos, momento en que jamás se pensó en un día feriado. Según Juan Sepúlveda, teólogo y director de Planificación y Desarrollo de SEPADE y que estuvo presente en las reuniones por este tema con el ex-presidente, la aprobación de ese Día Nacional fue en medio de un intenso clima electoral. Es más, el decreto fue publicado (que es desde cuando empieza a tener validez) en el mes de diciembre, días antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales efectuada en enero del 2006.

Nuestra ingenuidad ilusa queda una vez más descubierta, cuando nuevamente en vísperas a unas elecciones municipales se aprueba y se publica apresuradamente el feriado evangélico, con la inaudita aprobación unánime del Congreso. Por cierto, ninguno de la clase política va a ser tan necio como para echarse encima a la masa de evangélicos que ya suman millones en nuestro país. Así, para alegría de todos los adeptos, por fin “se reconoce el aporte que ha hecho a Chile el pueblo evangélico”. Y este cuento que nos han presentado, lo digerimos sin más como si fuera un gran logro nuestro.

Lo que tenemos que saber los evangélicos chilenos es que la propuesta del día feriado ni siquiera vino de un correligionario nuestro, sino de un diputado del partido radical (Alberto Robles) por el año 2006, que a todas luces parece motivado por la “necesidad” de contrarrestar el poder hegemónico de la Iglesia Católica. Así el “reconocimiento” del pueblo evangélico buscaría instrumentalizarlo en función de una histórica confrontación político-cultural. Y eso, a mi juicio, Robles lo demuestra con sus propias palabras: “Este proyecto responde a una solicitud y una necesidad de todos aquellos que pertenecen a las Iglesias Evangélicas y Protestantes de Chile porque efectivamente si uno revisa nuestro calendario anual existen una cantidad más o menos significativas de fechas de culto católico que son festejadas por la población chilena y que son el Corpus Christi, San Pedro y San Pablo, la Asunción de la Virgen y por supuesto la Inmaculada Concepción, versus el mundo evangélico que no tiene una fecha especial para conmemorar sus actividades”(1). Este argumento, que de utilizarlo un cristiano pasa a ser una incoherencia inadmisible, fue considerado como la razón de lucha por los “líderes” evangélicos, que se vaciaron en ella en “cuerpo y alma”.

Comentarios emitidos en relación al 31 de octubre por evangélicos indoctos, señalan que dicha fecha es sumamente significativa pues ese día “nació la Reforma”. Comentarios como éstos dan cuenta que nuestros condiscípulos ni siquiera cuidan ser prolijos en la construcción de nuestra historia. Un estudio medianamente cuidadoso de la historia del cristianismo permite entender que un 31 de octubre no nació la Reforma(2), porque ella no tiene sólo un protagonista (Lutero), sino que hay muchos movimientos de reforma (en Alemania, Inglaterra, Suiza, Países Bajos, etc.) incluso en el interior de la Iglesia Católica.

Otros han dicho aventuradamente que la iglesia evangélica nació un 31 de octubre mostrando así una ignorancia supina. Ni siquiera la iglesia alemana nació un 31 de octubre, pues aunque para los luteranos tal fecha es muy significativa, la ruptura definitiva de Lutero con Roma ocurre el 10 de diciembre de 1520 cuando quema publicamente la bula Exsurge domine del Papa León X.

Y ¿qué podría significar el 31 de octubre para los evangélicos de este lejano rincón del mundo? Las iglesias protestantes que descienden de Lutero son un bajísimo porcentaje (sin ser peyorativos) con respecto al total de evangélicos chilenos. Tendríamos que mencionar que son principalmente dos iglesias: La Iglesia Evangélica Luterana en Chile y la Iglesia Luterana en Chile.

El grueso del mundo evangélico de nuestro país proviene de la Iglesia Metodista Episcopal (ejemplo: la Iglesia Evangélica Pentecostal, la Iglesia Metodista Pentecostal, la Iglesia Evangélica Pentecostal Reformada, la Iglesia Metodista Pentecostal Unida, el Ejército Evangélico de Chile, la Iglesia Pentecostal Apostólica, la Iglesia Wesleyana Nacional, etc.), y de iglesias pentecostales clásicas norteamericanas (ejemplo: la iglesia Asambleas de Dios, la Iglesia de Dios, las iglesias neopentecostales, etc.) que provienen directa o indirectamente del avivamiento wesleyano. Así John Wesley es el antepasado común del grueso del mundo evangélico chileno, quien antes de fundar el metodismo era anglicano. Por ello, la mayoría de las iglesias evangélicas chilenas descienden históricamente de la iglesia anglicana cuyo fundador es el emperador Enrique VIII (3) quien, para nuestro conocimiento, para ganarse el favor del Papa se volvió opositor a Lutero.

La mamarrachada de la iniciativa del feriado va contra la lógica del establecimiento de un día festivo. Un feriado surge de la necesidad de constituir un día libre de labores, porque se celebra una fiesta religiosa importante que convoca a un pueblo. En el caso del 31 de octubre dicha fiesta no existe, es decir, se inventó el feriado para recién ahora incubar la demanda del mismo, recién enclocar la fiesta religiosa. ¡Qué desatino!

Se ha dicho que con este feriado se reconocerá a los evangélicos, lo que no es más que una tontería. Este feriado, que además se junta con el del 1º de noviembre, servirá para que todos los santiaguinos se vayan a disfrutar de las playas y dejen vacía la ciudad. Al menos si se hubiera dejado como día hábil, se habría podido hacer jornadas de reflexión en colegios, o exposiciones en plazas, no que refuercen una fútil competencia con la Iglesia Católica, sino que ayuden a un encuentro con el mundo no evangélico en torno a temas que es urgente dialogar (píldora del día después, ley de antidiscriminación, aborto terapéutico, etc.). Incluso así tendría mucho más sentido con la crítica que el propio Lutero hizo frente a las festividades católicas: “Harían mejor si en honor de un santo hiciesen de un día feriado un día laboral”. Seguramente por esta razón, ni siquiera en toda Alemania el 31 de octubre es un día festivo.

Vergüenza daba escuchar las disculpas poco sentidas que daba el obispo Soto en relación a los perjuicios que se ocasionarán a las personas que tenían reservas en los hospitales y Tribunales de Familia (que otorgan audiencias con un año de anticipación en una condición de colapso total) e incluso en el Registro Civil, por la súbita aprobación del feriado evangélico. En los hospitales, por ejemplo, no se podrán realizar unas 1000 consultas, las que deberán esperar en promedio 4 meses para ser atendidas. Además, se postergarán unas 50 cirugías, muchas de ellas de carácter urgente.

Mayor vergüenza siento ante los comentarios irresponsables que el “piadoso” obispo emitió sobre la pérdida de 700 millones de dólares por este mismo concepto: “La Iglesia Evangélica, aporta mucho más de estos 700 millones de dólares al país”(4). Palabras como éstas sólo pueden estar en boca de quien no tiene la sensibilidad ni la formación necesaria para darse cuenta que si no ingresan esos 700 millones de dólares a las arcas fiscales, hay quienes pagan el precio de eso, hay quienes se les sacrifica, y esos son siempre los mismos: los pobres y desvalidos de nuestro país. 700 millones de dólares menos significan decenas de miles de viviendas menos, significan menos infraestructura en los hospitales públicos, significan menos presupuesto para las escuelas. Y esto, en medio de una situación al borde de la crisis económica.

La política incongruente de nuestros “líderes” (llamados así aunque a ninguno lo hallamos elegido para que nos represente ante el gobierno) apunta a lo contrario de lo que queremos para este país: queremos que nuestros recursos fiscales sean ocupados para el desarrollo de nuestros niños y jóvenes de la educación pública en vez de que se la regalen a los santiaguinos que van a llenar los mall para esperar Halloween, queremos que sean ocupados en mejorar la atención en salud de los ancianos en vez de que se despilfarre por un burdo cálculo electoral; queremos que se trabaje el 31 de octubre porque hay muchos que sufrirán por la petición de un festivo irresponsable, inútil e intrascendente para nuestra sociedad chilena.

Si para la mayoría es bueno un día de reconocimiento al pueblo evangélico porque ha hecho aportes significativos a nuestra sociedad, en honor de aquellos que hicieron dichos aportes lo mejor habría sido trabajar en tal día. Y si se trata de reconocer, no sólo busquemos hacerlo con los evangélicos, también tengamos la misma actitud con los gnósticos y con los de otras creencias que asimismo han hecho grandes aportes. Y por supuesto, no nos olvidemos de reconocer en esta diversidad al pueblo indígena, que igualmente ha sido parte de la construcción de nuestro país.

Finalmente, quiero pedir que quienes lideran nuestras comunidades e instituciones bautistas puedan salir ya del silencio y se pronuncien con respecto a estos temas que ensucian al pueblo evangélico, porque callar es como estar en abierta complicidad.



Esteban Jamett Q.
Estudiante de Teología





[2] No obstante, es una fecha en que protestantes de todo el mundo celebran el Día de la Reforma, considerando el acto valiente de Lutero, que por cierto fue notable, inspirador e influyente.


[3] Fuera de los grupos mencionados están los provenientes de Escocia (presbiterianos), de Inglaterra (anglicanos), de los movimientos de santidad norteamericanos (aliancistas) y los que se identifican con la reforma radical anabautista (bautistas, lamentablemente fuertemente moldeados por el puritanismo norteamericano). Los bautistas, aunque tenemos mucho más de Calvino y Zwinglio que de Menno Simons, directa o indirectamente somos hijos de esa reforma “radical” llamada así en un sentido despectivo, como si se refiriese a un apéndice de la Reforma.

miércoles, 15 de octubre de 2008

CARTA ABIERTA AL OBISPO LUIS INFANTI DE LA MORA

Estimado Sr. Obispo:

En un mundo cuyo motor esencial es el beneficio económico, donde el fin de todo es el bienestar que apunta esencialmente al progreso tecnológico, y en virtud de lo anterior eclipsan el amor al prójimo, la solidaridad de unos con otros y el respeto a la vida, nos llena de esperanza el conocer su carta pastoral “Danos Hoy el Agua de Cada Día”.

Valoramos que sea objeto de su atención el desmedro medioambiental causado por la depredación indiscriminada de los recursos naturales que nos proporciona en plena gracia nuestro planeta. Recursos que Dios nos proporciona para ser una bendición para todos, y no sólo para abultar todavía más las riquezas de los que ya están abarrotados de ella.

Quienes no tenemos grandes riquezas, ni poseemos grandes capitales, nos queda aquello que es un bien de todos, pero que cada vez más se nos es arrebatado: la belleza de un paisaje, la majestuosidad de una cordillera, lo cristalino de las puras aguas, lo azulado de un cielo limpio, y la armonía de la vida vegetal y animal que han ocupado estos espacios terrestres millones de años antes que el Homo Sapiens.

Con humildad buscamos relacionarnos con el medio ambiente en que Dios nos permite vivir, pues entendemos que no sólo el ser humano es creación de Dios. Y respetando y amando la creación toda, nos propiciamos un lugar en medio de ella en paz y armonía.

Queremos expresarle a Ud. nuestro reconocimiento a su atención pastoral, y nos sumamos a esas voces que exigen cuidar nuestro medio ambiente, que exigen que progreso no signifique la destrucción masiva de la vida y la belleza de nuestro planeta, pues no queremos dejar a nuestros hijos y nietos, sólo los desechos y las basuras residuales de nuestro sobreconsumo.

Unión de Jóvenes “Testigos”.
Cuarta Iglesia Bautista de Santiago.



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Si deseas hacer llegar un mensaje de apoyo escrito al Obispo Infanti en relación a su carta “Danos Hoy el Agua de Cada Día”, comunícate con nosotros y te enviaremos su correo personal.