domingo, 29 de junio de 2008

Estudiantes contra la LGE


Sin duda el año 2006 no fue uno más para nuestra historia. Los estudiantes de todo Chile, como genuinos actores sociales, recuperaron su expoliado poder civil, en donde el visible poder de construir país retornó a su prístinos dueños y señores. Tanto así, que las profundidades inalterables de la ilegitimidad heredad de años de silencio temblaron ante el grito unísono que desde las calles anegadas, las tomas de liceo y desde las asambleas de estudiantes exigía educación. Dos años han pasado y aquel vanagloriado movimiento vuelve a hacer presencia, pero ahora, contra lo que ellos suponen una mofa, contra la LGE.

Los petitorios, los discursos públicos, los panfletos, las pancartas y lo gritos de protesta evidencian la oposición entre las intenciones de las elites dirigentes, que orgullosos de su “acuerdo“, enarbolan la LGE, y los estudiantes del país que obcecados en su meta no dan pie atrás. Dicha oposición radican en que los representados, por un lado, dudan la eficacia de la ley en asegurar una calidad de educación equitativa para toda población y, por otro lado, ponen en tela de juicio un elemento posicionado en el trasfondo de la educación chilena, el cual es la finalidad lucrativa, en otras palabras, se cuestiona la educación como un bien más del mercado librecambista.

Por otra parte, las asambleas, las agrupaciones en colectivos, la ilegalidad de las toma del colegio y de los espacios públicos, en conjunto con sus demanda perfilan a un movimiento de cualidades nuevas, e identificarlas es vital para el objetivo que éste articulo se propone, este es comprender el raigambre de tanta radicalidad y tozudez.

Somos testigos de las profundidades que ha alcanzado el valor de equidad y horizontalidad en esta generación protagonista. Sus asambleas sin dirigente, sino que representantes y en donde un estudiante es un voto, evidencia elocuentemente esta arraigada convicción democrática.Así mismo la institucionalidad del partido político vive un desolado panorama, mientras prolifera otro tipo de organización caracterizada por la comunidad y la horizontalidad entre sus “integrantes”. A esta alternativa preponderante la reconocemos con el nombre de “colectivo”. Entidad que no responde a los mecanismos de funcionamiento del Estado chileno, como tampoco lo hacen las sucesivas y cada vez mas radicales manifestaciones y toma de posesión del espacio público, puesto que ellas intervienen deambulando sobre terrenos de ilegalidad.

Tenemos entonces, a un movimiento social que critica a un sistema educativo en tanto vinculado al mercado, mientras que desde sus conductas expresa un solido discurso que desacredita al sistema político tanto a su ”seudo democracia” como a sus “representantes”. Nos encontramos ante una generación nacida en un contexto que involucra un sistema económico neoliberal más un sistema político democrático representativo. Que al parecer no ha cumplido con las expectativas de sus retoños, puesto que las lógicas de funcionamiento adoptadas por ellos, no responden a las del sistema actual. Si no que se alzan en contra, a través de esta contienda por una educación equitativa en calidad.

Hermanas y Hermanos, en Chile los estudiantes gastan la garganta no tan solo contra una Ley General de Educación, si no que se alzan contra los cimientos de nuestra sociedad corroída, se alzan en contra de la Ley General del Estado. Y ante eso, como cristianos, convencidos de la necesidad de construir el reino de Dios entre nosotros, no podemos ignorar y desaprovechar esta concreta posibilidad de paz y justicia, sin precio y para todos. Debemos tomar conciencia de los problemas que aquejan a la sociedad chilena, y hacer algo frente a esto. Jesús no se habría quedado en silencio, siendo testigo de tanta inequidad y violencia. Concretemos el amor al prójimo, colaborando por construir un país más justo, solidario y equitativo, en donde prime la paz y el amor.
Hermanos y hermanas, que Dios bendiga a esta esperanzadora juventud.

lunes, 16 de junio de 2008

REALIDAD HOMOSEXUALIDAD: ¿SOMOS LA IGLESIA POR DONDE CAMINA JESÚS HOY?

El día 16 de mayo del presente año pudimos conocer por medio de La Nación[1] que quienes dicen ser representantes del pueblo evangélico, se reunieron con el presidente del Senado, Sr. Adolfo Zaldívar, para prever la posibilidad del matrimonio homosexual, que la Ley Antidiscriminación dejaba entrever; la que ya ha pasado por la Comisión de Derechos Humanos y que está aun en trámite en la Comisión de la Constitución, Legislación y Justicia. Es sorprendente la contradicción de tales líderes al aportar ideas que contienen prácticas discriminatorias frente a una ley que precisamente supervigilaría lo contrario.

Dicho “encuentro” fue una manifestación pública del pensamiento de personas que bajo la apariencia de “guardadores de la moral” quieren imponer una norma sexual gestada a partir de tradiciones prejuiciosas y que le adjetivan la deidad para imponerla como mandato del cielo, como una verdad absoluta como si naciera de la misma Escritura. Este modo de plantearse esconde la presunción de poseer la única y recta interpretación del Canon Bíblico, y lo que es más, de que dicho Canon debe ser impuesto a todo el mundo. Por ello, una conducta de este tipo es una violencia al mundo cristiano, pero por sobretodo al ser humano.

Frente al hecho de que “líderes” dicen representar al pueblo evangélico en diversas instancias de poder; es importante preguntarnos: ¿Qué tipo de representatividad y qué grado de ella está presente en sus manifiestos? ¿Cuán identificada está la iglesia evangélica con las argumentaciones que respaldan los acuerdos de las cúspides estratégicas? Incluso, ¿conocen las diferentes comunidades de fe del país, estos acuerdos tomados por unos pocos y sus marcos de actuación?

En virtud de las preguntas anteriormente mencionadas, es que nos nace la necesidad de comunicar a los (as) lectores (as), una reflexión sobre una realidad negada al interior de nuestras comunidades; cual es la de los hombres y las mujeres homosexuales.

Es importante destacar que nuestra discusión no puede pretender centrarse en el sentido causalista de la homosexualidad (¿opción o enfermedad?), ni tampoco en su sentido psicosocial; temas aún pendientes si se quiere realizar un abordaje serio y consistente. No obstante, creemos que al estar frente a una realidad social donde a todas luces se discrimina a los (as) homosexuales desde su condición de personas, se hace urgente alzar la voz y despejar que los planteamientos de los supuestos líderes evangélicos, fuertemente acompañados por el sensacionalismo de los medios de comunicación masivos, no constituyen una expresión de la fe evangélica. Al menos no en esta materia.

Desde nuestra perspectiva, hay una invisibilización por parte de la mayoría de las iglesias evangélicas, hacia las personas que tienen este modo de vivir su sexualidad. Es evidente el miedo de abordar este tema y el fuerte arraigo a la idea de condicionar la aceptación o no al “cuerpo de Cristo” de tales personas según opten o no por la abstención de una vida homosexual.

Las iglesias ocupamos demasiado tiempo discutiendo temas “domésticos”, negando a la vez miles de preguntas que hay en el inconsciente colectivo, como por ejemplo, la inclusión (o no) de “estas” personas a nuestros “mundos” eclesiales. Esto no revela más que nuestros prejuicios, y formas enmarcadas e inflexibles de ver, entender, sentir y, en definitiva, vivir el evangelio, de modo que nuestras iglesias se alejan de ser verdaderos y auténticos espacios de acogida y participación. Creemos que incluso estas conductas discriminatorias, serían aplicables a todo aquel o a toda aquella que no encaja dentro del perfil “canuto” y que por ende no “califica” para ser considerado miembro del Reino de Dios.

Sugerimos como comunidad eclesial, que debiéramos tomar un camino que provoque el inicio de un diálogo frente a este tema. Revisemos juntos nuestra relación comunitaria, y analicemos cómo aprovechamos nuestros espacios para compartir con otros la bendición de tener la gracia de Jesucristo en medio nuestro. De este modo podremos estar en sintonía con Dios y mirar con sus ojos a quienes son considerados minorías sexuales. Nos daremos cuenta que son minorías no porque sean pequeños en número, sino porque tienen pocas posibilidades de injerencia y participación en nuestra sociedad y en nuestras iglesias.

Pero ¿qué significa mirar con los ojos de Cristo? ¿Cómo podemos descubrir el sentido auténtico de esta mirada sin caer (otra vez) en interpretaciones subjetivas que más bien buscan mantener nuestras rígidas estructuras? ¿De qué manera reconocimos el pecado sin caer en relativizaciones? Tenemos mucho por resolver. Probablemente, tenemos más dudas que afirmaciones o “bonitas recetas”. Por eso proponemos iniciar una primera etapa de acercamiento a la temática, para que a luz de un abordaje teológico, social, psicológico y político, no solo podamos decir algo, sino también demostremos que tenemos voz propia, y sobretodo que mantenemos una actitud renovada, actual a los tiempos, y alerta frente a xenófobos y segregacionistas. Sólo así, podremos decir que somos la iglesia por donde camina Jesús hoy.
[1] http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20080516/pags/20080516012512.html